Sueño: la madrugada

Tampoco recordé mi sueño de antenoche y estoy empezando a preocuparme por eso. No es una preocupación demasiado seria, por supuesto; asumo que es por la leve y molesta gripe que sufro desde mediados de esta semana, pero no deja de causarme curiosidad. Además no quiero que siga así, escribir los sueños (esta se convierte en mi décimo tercera entrada de ésta índole, y pienso seguir por largo rato, aunque al parecer nadie me lea) me da cierto relax al final del día.

Anoche tenía clase en la Universidad. No recuerdo qué clase, pero sí que era por la mañana, temprano, muy temprano: a las cuatro de la madrugada. Recuerdo salir de la clase a las 6 de la mañana y encontrarme con alguna persona apenas entrando a la Universidad. Entonces yo pensaba «yo ya tuve dos horas de clase mientras él apenas se acaba de levantar».

Luego estaba en una cafetería. En realidad era más como un restaurante, de esos que tienen barra y uno va pasando con la bandeja para escoger qué es lo que quiere comer. El restaurante estaba ubicado donde se encuentra el edificio de química. Estaba con dos personas: un amigo o amiga mía, no recuerdo bien quién era, y mi traga del colegio. Esa que todos tenemos escondida en algún lugar de nuestra memoria y que luego nos da algo de nostalgia. Estábamos hablando de nuestros horarios. Mi amigo o amiga acababa de llegar a la Universidad (no estoy seguro de si era la misma persona que me había encontrado momentos antes, puede ser perfectamente posible ahora que lo pienso) y me estaba diciendo que tenía clase a las once. Yo también tenía clase a las once así que le preguntaba de qué era la clase que él o ella tenía. Era de Agrícola, al igual que la mía.

En ese momento llegaba el novio de ella. También era alguien del colegio. Cuando estaba en el colegio recuerdo que alguna vez hubo un rumor de que ellos dos estuvieron andando juntos, supongo que eso ayudó para yo ponerlo en esa posición en mi sueño. Yo le decía a mi amigo/a (ahora recuerdo que era hombre) que iba a ver la clase con él, pero ella saltaba diciendo algo como «¡pero si apenas se conocen!», cosa que, nada sorprendente, no me chocaba en el sueño pero en la realidad suena bastante raro.

Luego salíamos de la cafetería (en realidad no nos recuerdo saliendo, sólo asumo que lo hicimos porque lo siguiente que recuerdo es fuera de ese lugar). Yo me encontraba con otro amigo e íbamos hasta un lugar lleno de niños pequeños, unos juegos de un colegio o de un parque. Subíamos en ellos y luego recuerdo que él tenía seis dados azules. Yo tenía una especie de barro o estuco, que le untaba a uno de los huecos de la cara número seis de uno de los dados. Le decía a él que tan pronto secara el material, iba a ponerse azul como el resto del dado y que nadie lo notaría. Luego él tiraba todos los dados y el que tenía la operación quedaba en seis, aunque sólo cinco de sus huecos eran visibles, con una mancha blanca en donde debería estar el sexto.

Ahora estaba con otro amigo, del colegio. Parecía querer mostrarme algo, así que lo seguí detrás de unos salones, aunque eran más como bodegas. Era un cultivo de café, sembrado por él mismo. Me decía algo sobre su rehabilitación y que quería ser algo más en su vida, y luego me llevaba a una cancha de deportes donde se celebraba una competencia. Consistía en una carrera, al ritmo de un solo de piano. Cada participante tenía lo que se veía como un caballete pequeño con un tablero verde en él, pintado con una serie de círculos y líneas que tenían que tocar en cierto orden y en ciertos momentos, coincidentes con los sonidos de las teclas de piano, para poder avanzar. A la cabeza de la carrera iba un amigo, pianista, por cierto.

Hacia de la mitad de la cancha estaba clavado un palo de voleibol, y allí era a donde me llevaba el tipo del asunto de café. Una vez nos acercamos, pude notar que el palo estaba repleto de granos de café. Mi amigo me decía que era con en objetivo de que el sol los secara, y yo le veía toda la lógica del mundo. Él me decía que no le dijera a nadie, como si lo que estuviera haciendo allí fuese algo ilegal. Una vez más, yo le veía toda la lógica del mundo.

La imagen pertenece a *~Dawn~*, quien la comparte bajo una licencia Creative Commons.

Sueño: la aves

Ayer no escribí mi sueño porque no lo recordaba. Triste, ya estaba empezando a acostumbrarme a tener recuerdos más o menos completos y largos de mis sueños. Sin embargo espero que sea porque me desperté temprano a punta de celular, con dolor de garganta y de cabeza. inicios de gripa, supongo. Me desperté durante la noche, no sé a que hora, seguro de que había soñado algo. Volví a dormir; a las seis sonó el celular; otros cinco minutos. Seis y cinco, otros cinco. Y así hasta las seis y cuarenta y cinco. En la mayoría de esos descansos de cinco minutos tuve sueños, de eso estoy seguro, así como de que muchos fueron lúcidos, tal y como suelen ser los sueños de esa duración. Recuerdo haberme soñado sobre House M.D., o al menos recuerdo que lo recordé para escribir sobre ello. Funcionó.

Ahora, a lo que nos ocupa hoy: anoche soñé muchas cosas, me acuerdo de algunas. Tengo imágenes de sexo, de House otra vez (estoy aficionándome a la serie), de Los Sims. Dos o tres de los sueños de anoche los recuerdo en un nivel lo suficientemente elevado como para describirlos acá.

imageUno tiene que ver con aves. Yo me encontraba en Nueva Nueva York, la ciudad en la que se desarrolla Futurama. Estaba con algún amigo, no recuero cuál, e íbamos a un restaurante a comer algo. Pedíamos pollo, pero nos decían que la ciudad estaba sin aves voladoras. Entonces ibamos a comer a otro restaurante. Al principio pensábamos en ir a algún restaurante en el centro de la ciudad, donde estaban todos los altísimos edificios y la tecnología, pero por fin decidimos almorzar en una especie de McDonald’s de esos donde le dan a uno la comida en el carro.

Yo podía ver, como en una película, todo lo que pasaba allí adentro. El lugar era atendido por pigüinos, que no cuentan como aves voladoras. Debajo del local había una banda transportadora, de esas que no tienen fin, en forma de U. Llevaba gallinas con sus huevos, y cuando daba la vuelta pasaba por alguna especie de máquina. Al salir de nuevo a la banda, ya no eran huevos sino pollitos. Yo quedaba estupefato con la mentira del anterior restaurante ya que, a mi juicio, las gallinas cuentan como animales voladores, pues aunque no duren mucho tiempo en el aire, lo de ellas es algo más que un salto muy largo.

De modo que robaba tres pollitos. No tardaba la madre en hacer presencia para insultarme y exigirme que le devolviera a sus crías. Pero yo me negaba, de modo que enviaba a unos matones para que me asesinaran. Luego de una larga pelea en la que ellos terminaban convertidos en una especie de gelatina roja derretida sobre una rejilla de ventilación, yo salía corriento con una bola de carne de pollito. No me servía toda, así que en el camino botaba la mayor parte, quedándome con solo un pedazo de un tamaño agradable para lanzar. Llegaba al primer restaurante, aquél en el que nos dijeron que la ciudad no tenía aves voladoras, y arrojaba con todas mis fuerzas el pedazo de carne de pollito que tenía en mis manos, rompiendo un vidrio. Hasta ahí recuerdo.

Es de notar que en ese sueño yo era a ratos yo, y a rato mi amigo. De hecho no estoy seguro de quién era quién, ni siquiera estoy seguro de que en realidad yo estaba en ese sueño.

En otro sueño, anterior, estaba en mi antiguo apartamento, sobre la Avenida 39, acá en Bogotá. Una comparsa Hippie pasaba al frente, cantando, vestidos de blanco todos, todos jóvenes, tirando hojas de árboles al aire. Yo salía por la ventana y me saludaban, uno de ellos me arrojaba una hoja, que yo no alcanzaba a coger. A la segunda oportunidad sí podía agarrarla. Al final de la comparsa estaban dos amigos de la Universidad. Se percataban de que yo los estaba mirando desde las alturas, y me miraban como queriéndome decir sólo estamos acá para perder el tiempo, en realidad no estamos comprometidos con la causa de estos payasos.

Sueño: aquello que los gringos llaman “popularidad”

image Hoy la entrada es corta, a comparación de la de ayer. No sólo porque casi no me acuerdo de mi sueño en este momento (son cerca de las once de la noche), a pesar de haber escrito algunos hitos en papel esta mañana, sino también porque estoy agotado y anoche no dormí casi (tal vez a eso se deba la brevedad de este único sueño).

El papelito que escribí esta mañana dice “Barrio pobre – Juan Rey”. Empiezo a recordar algunas cosas. Me encontraba en un barrio bastante deprimido, supuestamente de salida de integración. Yo era el fotógrafo de la salida, así que llevaba una cámara Nikon (que, a propósito, espero tener en poco tiempo) D5000. Terminábamos nuestra visita y era tiempo de irnos, pero el bus me dejaba. Así que yo partía a toda velocidad en mi bicicleta. Sé que era mi bicicleta por el estado en que se encontraba. Pedaleaba entre las estrechas calles despavimentadas hasta que el vehículo alcanzaba su máxima velocidad (que no es mucha, de todas maneras)  y por fin llegaba a una calle pavimentada. Allí alcanzaba aún más rapidez y por fin lograba cazar al bus. Los pasajeros me subían.

Una vez en el interior del bus, me daba cuenta de la situación: un tipo que nunca me cayó demasiado bien y que era el payaso del grupo estaba haciendo de las suyas y a cada comentario que él hacía, el resto del bus se moría de la risa. Todos excepto yo. Eso me sacaba de quicio, de modo que hacía la de Maquiavelo: me iba haciendo poco a poco amigo de cada uno de los integrantes del grupo. Para el siguiente comentario estúpido de ese tipo, la gente rió como siempre, pero yo inmediatamente dije “cállese, idiota”. El efecto fue inmediato, y muchos callaron, para luego reírse, pero de mi comentario. Me gustaba ese tipo de poder.

La repentina popularidad que fui adquiriendo en el viaje me aportó más que la aprobación de mis comentarios por parte del grupo. Dos de mis compañeras, ambas muy lindas por cierto, parecían estar coqueteando conmigo. A mí me interesaban ambas pero la que más me gustaba era la que menos obvia era. De repente empezó a sonar una canción que, cosa rara, tengo la certeza de que era la Rapsodia Húngara número 2 de Lizst, pero tengo también la certeza de que no era esa. No me puedo explicar mejor. Yo reconocía la melodía y le decía a la gente que se callara, que estaba recordando el nombre de la canción. De tanto pensar y tratar de recordar terminé despertando.

Sueño: el evento y la carrera

Depués de todo no fui capáz de cumplir aquello de escribir antes de medio día y otra vez estoy frente a la pantalla con pocos recuerdos. Sin embargo esto es menos problema ahora ya que, aunque tengo algo de cansancio, esta mañana escribí en un papelito todo lo que pude acordarme de mis sueños de anoche. De modo que sólo es cuestión de encontrar ese papelito. Lo encontré.

image En el capítulo de anoche me encontraba entrando a un evento. Era una especie de discoteca al aire libre, en el Simón Bolívar. Estaba con mi madre, María y Angélica, una gran amigam discutiendo los pormenores de la financiación de la boleta, que  era de 3000 pesos. El espacio estaba a reventar, de modo que nos cogíamos de las manos para no perdernos. Al parecer era un evento orientado al público masculino, ya que las mujeres se contaban con los dedos de las manos. Tal vez por esto, la mayor parte de los asistentes me miraban con desprecio (y envidia), ya que yo tenía tres mujeres acompañándome. Yo caminaba con la mano de María tomando la mía, por lo que muchos de ellos miraban con cara de lobos hambrientos a Angélica y sólo a ella lo cual, como es normal, me causaba mucha risa.

Después de discutir quién pagaba las boletas, mi madre fué a tratar de entrar. Pero volvió con una mala noticia: no podíamos entrar, puesto que todos llevábamos puestos pantalones de sudadera. Eso me enfurecía, e iba a decirle al tipo de logística que nos dejara entrar; como a mí tampoco me hacía caso, lo empujaba con fuerza. O eso creía; el tipo, aunque menudo y flaco, no se movía con mis empujones. Ahora, no estoy diciendo que yo sea un macancán, de hecho los que me conocen saben de mi infantil contextura, pero la quietud de este individuo frente a mis arremetidas desafiaba las leyes de la física.

Luego de mucho forcejear y convencernos de que no íbamos a entrar a causa de nuestro atuendo, decidimos salir de allí, dando a parar en una tienda de barrio. No recuerdo muy bien lo que sigue de ese sueño, pero me parece que María y yo pedíamos algo de beber.

image Como se puede inferir del título, otra vez tuve dos sueños en una noche. En el segundo (o primero, no recuerdo el orden) yo estaba jugando Crash Team Racing, ese juego en el que los personajes de Crash Bandicoot se montan en carros y se tiran cosas para ganar una carrera.  Pero en mi sueño, como no podía ser normal, ese juego no tenía como protagonistas a los personajes de Crash, sino que los carros eran más bien tipo Need For Speed, y se podían engallar conforme uno subía de nivel.

Mi cerebro suele jugar a hacer revueltos de todo en mis sueños, y me temo que esa idea de engallar los carros viene de Age Of Empires 3, en donde uno puede engallar la ciudad a medida que avanza de nivel. En la memoria de la consola (Play Station, creo recordar) estaba guardado un carro nivel diez con sus engalles correspondientes, que pertenecía a mi prima. En mi sueño (y en la realidad también, hasta hace algunos días que el novio de mi hermana trajo una Play Station 2 y tuve la oportunidad de volver a jugar CTR) no había jugado eso en mucho tiempo, y la última vez que lo había hecho había sido con mis primos.

Además de la gran nostalgia que supuso para mí volver a jugar eso, noté que los controles se me hacían en extremo difíciles de manejar. Cada rato me iba contra las paredes y olvidaba cómo botar las cosas que salen en las cajitas con signo de interrogación, aunque sí que recordaba bien las pistas de carreras. Así que decidí empezar a jugar desde el nivel cero de dificultad, en el cual ya no había carros, sino personas.

Al principio de empezar a jugar en el nivel cero el objetivo del juego era el mismo (y extralamente los controles parecían ser igual de difíciles; la diferencia es que cuando me estrellaba contra las paredes el muñeco se caía al piso de una forma graciosísima), pero al poco tiempo ya no de trataba de una carrera de CTR. Entonces era una carrera contra el tiempo para ver quién encontraba primero los cinco números repartidos por toda la pista, que ya no era pista sino más bien un mundo. Y de repente yo no estaba más al frente de una consola, yo era el mismo personaje tratando de encontrar los números, que eran grandes y de plástico

Encontraba el uno, fácil, flotando enfrente mío. Encontraba el dos, fácil también, flotando algunos metros más allá. Cada vez que encontraba un número tenía que enviar un mensaje de texto desde mi celular con el número recién encontrado. El problema vino cuando empecé a buscar el tres. Entré en un edificio, había un tipo hablando con una mujer sobre la competencia, y al mirarme decició ayudarme. Me llevó por un apartamento pequeño, luego por un cuarto y allá detrás de un armario estaba escondido un tres grande de plástico. El tipo me dijo que no le dijera a nadie que él me había ayudado.

Toqué el número y envié el mensaje, pero con el número dos. De modo que tuve que volver a esa alcoba y tocar el número de nuevo, pero esta vez no envié el mensaje sino que me llegó un mensaje. También contaba. Al salir del cuarto veía como otro competidor parecía obtener ayuda del mismo tipo que me había ayudado antes a mí. Dejando el apartamento me distraía con un computador que funcionaba con Windows XP. Recuerdo vívidamente el horrible azul de la equis superior derecha que acompaña a cada ventana en ese sistema operativo. Me da la impresión de que quería usar ese computador para averiguar el paradero de los otros dos números.

Aunque esta entrada es algo larga, debo satisfactoriamente confesar que se me escapan muchísimos detalles que en este momento recuerdo sin problema alguno. Con esta entrada cumplo diez noches de sueños escritos en este espacio, y es muy probable que estén cumpliendo su objetivo inicial de poder recordar mis sueños por más tiempo. También creo que algo que me ayudó en gran medida hoy fue el haber escrito en un papelito algunos hitos de mis sueños en fresco, recién levantado.

Sueño: ¿alguien dijo raro?

Por alguna razón desconocida para mí (la pereza de las vacaciones, supongo) estoy escribiendo mis sueños después de medio día, cuando los recuerdos están más confusos que siempre. Espero no seguir con esa mala maña.

Debo tener algún complejo de 007, ya que en muchos de mis sueños aparezco encarnando a personajes como agentes, espías o similares. En mi sueño de anoche era un infiltrado en una suerte de guarida del mal. Resulta que el origen de todo mal era una especie de paño negro con unas inscripciones. En algún accidente ese paño negro se destruía y los responsables de el mal (que me recuerdan, no se por qué, una vez más a Voldemort y su séquito) tenían que volverlo hacer aparecer con un ritual de lo más complicado y eztraño, que además llevaba días en completarse. Mientras se realizaba este ritual y mientras no estuviera el paño, me parece recordar, la guarida del mal estaba vulnerable contra todo tipo de enemigos.

El hecho es que yo tenía una fórmula secreta para crear de nuevo el paño del horror, que involucraba un paño blanco (de la paz) húmedo, fuego y alguna que otra retaíla. Voldemort (que era mujer en mi sueño) se daba cuenta y me daba caza inmediatamente. Entonces yo salía a volar sacudiendo mis pies, ya con el paño del horror entre mis manos como evidencia, y era más rápido que ella. Pero ella no se iba a dar por vencida tan fácilmente, de modo que mandaba a sus súbditos a atraparme a como diere lugar. En mi sueño de llamaban Kinglons, y eran algo así como murciélagos increíblemente grandes.

Una voz me preguntaba, no recuerdo de dónde, que si ya los había visto antes, a lo que yo respondía que sí, que los conocía, puesto que el Imperio también usaba Kinglons en sus ataques. Ahora recuerdo que los Kinglons de ese momento eran como calaveras, y los del Imperio eran con la cabeza de Darth Vader. Todo eso me sugiere (y además tengo esa sensación que se suele tener con respecto a los sueños) que en agún momento anterior de ese sueño tuve encuentros con algunos personajes de Star Wars, pero que no los recuerdo.

Yo esquivaba muy diestramente los Kinglons que se me acercaban, hasta que por fin dejaba la fortaleza con la victoria muy cerca; sólo faltaba una última prueba: en el lago que rodeaba el castillohabitaba un dragón que custodiaba la fortaleza. Era un dragón también acuático, por cierto, y de lejos se veía mucho como el monstruo del lago Ness. Lo pasaba de lado y de lejos, pero cuando ya veía que estaba alcanzando mi meta, sentía como su fuego me quemaba la espalda. Ahí desperté para luego soñar otra cosa.

Ahora me encontraba en un sueño lúcido. Como siempre, y sólo al principio, hacía todo lo posible para no despertar. Me decía necesito no salir de este sueño. El problema fue que, como siempre, terminaba olvidando que estaba soñando. Necesito salir de este lugar, terminé diciéndome. Y ese lugar no era otro que un pan, francés, pero no muy largo como el baggette, sino más corto. Me movía entre sus blandas tripas tratando de huír, pero al encontrarme con la cáscara no podía penetrarla. Era muy dura. Entonces en una de esas me fuí hacia la esquina, y allí, todavía dentro del pan pero en un hueco de aire, me encontraba con alguien que podía ayudarme a salir: yo mismo.

De nuevo cambiamos de escenario; esta vez me encontraba en un túnel, paredes y piso blanco, muchas personas, también de blanco, techo blanco y luces blancas. Yo era violento. Mataba a la gente que me encontrara en mi camino, les aplastaba la cabeza contra el suelo, les llenaba el cuepo de balas. Había algunos pocos individuos que hacían lo mismo que yo. De repente todo el mundo era violento, todos hacíamos parte de una increíble lucha libre todos contra todos a muerte. El piso se tornó rojo de la sangre de los heridos y muertos y yo, milagrosamente, seguía ileso entre tanta matanza.

Sueño: de nuevo con Maxis

imageParece que mi afición a los juegos de Maxis, SimCity y Los Sims, es una cosa grave. De día no se presenta mucho, pero de noche de hace evidente en mis sueños.

En mi sueño de anoche estaba jugando una vez más SimCity. Me acercaba lo sificiente como para ver las personitas caminar y entrar a las estaciones del metro de la ciudad que yo había creado. Me interesaba que hubiera una estación del metro cerca de un lugar en específico, donde estaba una casa que yo había diseñado. Recuerdo mirar a las personitas meterse a la estación del metro en bandadas pero salir de la otra estación (inexplicablemente sólo había dos estaciones en mi metrópoli) sólo pocos bomberos.

Me sentía orgulloso de la casa que yo había diseñado, pero al mostrársela al dueño me percataba de que algo andaba mal. Un descanso, una cúpula que debía ir en el centro en realidad estaba corrida hacia la derecha. Al parecer el dueño no se daba cuenta y me feliciaba por mi trabajo.

imageNo  se si en otro sueño, yo estaba orinando. Demoraba mucho tiempo orinando, calculo que unas dos horas. Recuerdo que me decían por detrás oiga, me toca a mí. Cuando al final terminaba de orinar volvía al salón de clases, donde el profesor estaba presentando una biografía de Einstein. Decía que Einstein al final de su vida había robado de su propia cuenta de ahorros 36 millones de dólares con el fin de terminar su existencia como debe ser. Por alguna razón desconocida eso nos parecia a los estudiantes (y al profesor) en extremo inmoral, y terminábamos tratando a Einstein de ladrón.

El profesor ponía un trabajo en grupo y, en otra parte del sueño, estaba uno de mis compañeros en el trabajo diciéndome que parce, ¿ya hizo el trabajo? Mire que es para mañana. Yo le preguntaba la razón por la cual yo tenía que hacer todo el trabajo, pero él se hacía el loco. En alguna parte del sueño veía una foto de Einstein con gafas de los primeros aviadores.

También de ahoche recuerdo ver el cocodrilo de Lacoste, peroen letras no decía LACOSTE sino LACOSTA.