Llámenme anticuado

Mucha gente lo toma como algo natural o simplemente no le pone cuidado, pero yo no puedo dejar de maravillarme ante lo que es posible hacer usando la tecnología disponible hoy como mainstream. A mi me cuesta sentir natural el poder enviar un texto a una persona a miles de kilómetros de distancia y que llegue en cuestión de segundos. Me cuesta que acceder a una buena parte de la suma del conocimiento humano sea tan fácil como sacar un objeto pequeño de mi bolsillo y hacer unos cuantos movimientos con el pulgar. Me sorprende poder llevar el equivalente a una biblioteca de varios estantes en mi bolsillo.

Es posible que todo eso me sorprenda por el simple hecho de que yo sé a grandes rasgos como funciona. Yo sé que no es magia, sé que no es tan fácil como hacer unos movimientos con el dedo, oprimir un botón y esperar que el milagro pase. No es así, al menos desde el punto de vista de lo que pasa tras bambalinas. Lo que hace que todo eso sea posible es un conjunto de tecnologías tan enorme que es difícil imaginarlo sin ser conocedor del tema. Y sabiendo algo al respecto resulta abrumador.

Desde la tecnología táctil que permite interactuar con un celular por medio de movimientos naturales de los dedos para escribir un mensaje, pasando por la aplicación del celular que transmite el mensaje, siguiendo con la tecnología de ondas de radio que realiza la transmisión del mensaje desde el celular hasta una antena, luego los kilómetros y kilómetros de infraestructura submarina para hacer llegar el mensaje (para este momento convertido a impulsos lumínicos) a los servidores de la compañía que presta el servicio, guardarlos allí y hacer el mismo proceso devuelta, para entregar el mensaje a su destinatario. Seguro, es más rápido y económico que enviar a un cristiano corriendo con un papel en la mano, pero a la vez requiere más ingenio, infraestructura y es increíblemente más complejo.

Todo eso pasa. Cosas como Google, Whatsapp o Facebook existen, y son usadas y dadas por hecho por millones de personas, sin percatarse de que es un verdadero milagro que existan en primer lugar. Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia, decía alguien por ahí, o algo así. Supongo que ese es en últimas el objetivo.

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