Solidaridad

Fecha del post: 19 de diciembre de 2009

El viaje fue largo, más de lo esperado, que de por sí era bastante. Ahora escribo estas líneas sentado en una cama a más de 300 kilómetros de Bogotá, sin Internet, sin teléfono, sin televisión y con, calculo, una docena de murciélagos haciendome compañía en la habitación. Doy inicio a un ambicioso proyecto personal de escribir sobre cosas que me impacten en mi viaje de vacaciones (¡por fin!).

Como dije, el viaje fue largo. Cerca de 12 horas en total, contando paradas a comer, trancones y otros imprevistos. Normalmente el viaje de Bogotá a Yopal demora, en carro, 8 horas a lo sumo, aunque esperabamos que durara 10 horas. De no ser por un solo incidente de dos horas, hubieramos cumplido el intinerario casi al pie de la letra. Pero primero una crítica, que hacía falta: ¿a qué gobierno se le ocurre ponerse a arreglar una carretera tan concurrida como es la de Bogotá – Villavicencio un sábado 19 de diciembre por la mañana? Eso nos quitó cerca de media hora (a nosotros y a otros viajeros), esperando que los que subían pasaran porque un carril estaba cerrado por los arreglos.

En el camino de Villavicencio a Yopal había un accidente. Un camión chocó con un automóvil, hubo muertos, por lo que alcancé a oír. El hecho es que a todos los que ibamos por esa carretera (y acá es cuando uno se da cuenta de que las carreteras que se ven vacías no siempre lo están), por el levantamiendo de cadáveres y otras cosas relacionadas con el accidente, nos mandaron por una, digámolo así, variante. ¿Qué pasó? Hubo un accidente y la vía va a estar cerrada un tiempo; cojan por acá que eso en 20 minutos vuelven a la carretera principal. Bueno gracias. Al parecer el señor agente no tenía ni idea de lo que significan 20 minutos, no tenía ni idea de cómo era la variante, o simplemente decidió hacernos una broma de muy mal gusto. En todo caso, los 20 minutos se convirtieron en 2 horas.

Le pido al lector que haga un ejercicio de imaginación. Imagine si puede, unos quinientos carros de todas las calañas (menos tractomulas) pasando en fila india por trochas diseñadas para tractores y caballos. Allí iba de todo, desde el mazda 323 (pobre, cómo sufrió) hasta el camión con ganado. Y todos en fila, sin pasarse, (salvo algún caballero que nos quería demostrar al resto de la manada los poderes de su 4×4) en silencio. Si un carro [pequeño] se quedaba atascado, inmediatamente los que iban atrás se paraban, se bajaban y entre todos lo sacaban del atolladero. Lo sé porque lo ví y porque nos pasó, en el papel del carro pequeño, claro (aprovecho para dar las gracias al señor camionero que ayudó a un Mazda Allegro a salir de el balancín en el que se encontraba).

En una ocasión, el Mazda 323 del que hablo se frenó por un meter una llanta en un hueco, del cual le fue imposible salir por su propia cuenta. Un taxi, que iba adelande de él, paró. El taxista se bajó, ayudó a sacar al pobre carrito y entre los dos conductores pusieron piedras y ramas en el hueco, como advertencia.

Sí, fue observable, sin lugar a dudas. Memorable. Aunque no sé que pasó con los pasajeros de un bus que, dándoselas de muy vivo se metió por un atajo y quedó atascado, supongo que al final habrán logrado salir de tamaño aprieto. Es que una cosa es un Allegro que no pesa más de dos toneladas, y otra un bus de la Flota Sugamuxi. Pero bueno, después de todo salimos de la variante victoriosos se podría decir, y el resto del camino fue muy normal. Como siempre, el paisaje muy bello, el viento muy fuerte, el calor infernal, el llano es lindo, ¡carajo!

Al parecer después de todo el colombiano no es tan guache. Por algo eso es lo que aman los extranjeros de esta tierra del sagrado corazón,su gente, porque no será su industria o sus construcciones maravillosas. Los colombianos somos buena gente, eso hay que reconocerlo. No es soberbia, es auto crítica; a veces pecamos de bobos. Pero ese es tema de otro post, y los bichos ya están empezando a estresarme con sus repetidas arremetidas contra la pantalla.

Fotos pendientes.

Gente

Atención: el siguiente texto puede herir susceptibilidades y muchos después de leerlo me tratarán de hijueputa y querrán que una tractomula pase sobre mis cenizas. Si usted tiene convicciones muy fuertes en contra del aborto por favor no lea. Si es mujer, tenga en cuenta que lo acá expresado es mi opinión y, obviamente, puede cambiar con el tiempo. Si es mujer joven soltera, tenga en cuenta además que no soy tan mal tipo.

Jessica tiene dieciocho años. Y dos hijos. El mayor va a cumplir 3 años.

Jessica vive con su padre de menos de cuarenta años, su hermano mayor y sus hijos. No estudia, ni trabaja, ni cría y sus niños pasan el día en el piso cubiertos de tierra y polvo, sucios. Son, en realidad, criaturas saludables. No pasan hambre, y eso es algo que Jessica le agradece a su dios.

La situación de Jessica, por precaria que parezca, es buena. Relativamente, claro: Jessica ya tiene 18 años.

Según el censo de 2005, en Colombía existían 1.260.604 mujeres entre los 12 y 14 años. No digamos mujeres, niñas, de la cuales 4.415 reportaban haber tenido hijos nacidos vivos. Pero el espanto no termina ahí: de estas niñas, había un total de 4.816 hijos nacidos, es decir, muchas habían tenido más de un hijo. Con 14 años.

Nada nos dice que de 2005 a hoy la situación haya cambiado mucho. Según el mismo censo, había 1.957.898 mujeres entre 15 y 19 años, de las cuales (ojo a la cifra) 280.146 habían reportado hijos nacidos, sumando un total de 338.567 niños. Aberrante, es la única palabra que encuentro para describir la situación.

¿A quién le echamos la culpa? ¿A los padres? ¿A los medios? ¿A ellas? ¿A la iglesia? ¿A Uribe? ¿A dios? Pero lo más importante, ¿cómo paramos esta locura?

Si es que este mundo está llevado, estoy seguro de que una de las mayores causas es la sobrepoblación. Simplemente el planeta no aguanta tanta gente por sus medios naturales. Además, una población como la actual no puede ser toda feliz. A mayor población, mayor proporción de esta pasa hambre, tiene enfermedades, no es culta ni tiene educación y, finalmente, tendrá mayor cantidad de hijos, aumentando la proporción en cada generación. ¿Hasta cuándo vamos a seguir creciendo?

Acá es donde las cuestiones morales y pseudomorales (léase religiosas) entran en juego. Estoy seguro de que la gran mayoría de los hijos de estas muchachas entre 12 y 19 años no son deseados. En primer lugar, ellas no quieren tirarse su vida con esa edad, empezar a criar cuando ella mismas no han terminado de serlo y, en segundo lugar, estos niños no tendrán futuro alguno en la mayoría de los casos. Entonces. ¿abortar? Pero no, es una criatura de Dios, estaría cometiendo asesinato, además eso de abortar me da miedo que tal me pase algo.;

Querida niña embarazada, si lees estas líneas y no quieres tener al ser que se forma en tu vientre, te pido encarecidamente un favor: aborta. Bastante daño has hecho (si no es una violación, claro, en caso tal el favor sobra, deja de leer, vete a otra página y disculpa mis improperios) al mundo sin poder contener tu arrechera, como para que ahora temas por tu vida y quieras traer más miseria. Matar un feto es como matar un perro, no tienen conciencia. Es más, ni siquiera son animales bien desarrollados.

Y señora, olvídese por favor de sus intenciones de tener más de tres hijos, no sea desconsiderada. Que no sean tres, que sean dos.  Mire que es probable que usted no sea la única loca suelta por ahí, y si tanto le gustan los niños, monte un jardín, que harta educación sí hace falta. Y enséñeles a sus estudiantes lo lindos que son los bebés, pero también la caca que es mantenerlos, a ver si algún día salimos del atolladero en el que nos tiene metido tanto chino. E indio.