El Río

Fecha del post: 20 de diciembre de 2009

Fue inevitable recordar ese video que estaba rondando hace unos meses en Facebook cuando ví al pelado tirarse desde el puente hacia el río. El que haya visto el video lo recordará de inmediato por la crudeza de sus imágenes, el que no lo haya visto simplemente olvide que hice mención a él. El pelado, sin embargo, cayó al agua con entereza y salió para volverse a tirar, ya no del puente sino de un árbol cercano, otra vez al río.

Los ríos. Esas masas de agua increíblemente grandes que tantos bogotanos hemos olvidado que existen. Sí, los ríos, parte de ese 2% de agua del plateta que es dulce. En este caso estoy hablando del río Cravo Sur que pasa por el oriente colombiano, desemboca en el río Meta, que desemboca en el Orinoco, que desemboca en el Océano Atlántico, en Venezuela. En ese río estaba hoy bañándome con otro medio centenar de personas, compartiendo el agua y otros líquidos como el orín y similares. Siguiendo con mis posts de vacaciones, hablaré de algunos hitos del día. No hubo cámara por miedo a que se la robaran o a que se mojara, por lo que no habrán fotos.

Lo primero que me causó impresión y una muy buena sorpresa fue la calidad de la carretera. La última vez que me estube bañando en ese pozo (el año pasado por ésta época) la carretera estaba en bastante mal estado. Aunque no tanto como la trocha por la que nos metieron ayer, sí tocaba tener pericia para no tirarse el carrito. Ahora no, han arreglado toda la carretera y está en excelente estado, el pavimento nuevo, algunos tramos aún sin señalizar, pero totalmente transitable. Es bueno ver que este gobierno ha hecho algo más que propaganda y plata para los corruptos.

El pozo en sí (la niata, para los que deseen) es una quebrada aledaña al río. Por ser hoy domingo y por ser hoy 20 de diciembre, como cabe esperar, estaba a reventar de gente. Y como el baño es gratis, no nos mintamos, no se podía esperar a la crema y nata de la sociedad yopalense. El charco cuenta con servicio de parqueadero no oficial (un señor paisa, creo, montó un negocio en una parcela por ahí cerca, pasando la carretera a mano derecha) que además es centro de convenciones. Se estaba celebrando un matrimonio cuando llegamos, muy autóctono él, muy autóctona ella, muy formalitos, ala.

Se notaba la ascendencia indígena de la población cuando entramos al agua. Hubiera sido, creo, el sueño de un antropólogo. Sin embargo hay otra sorpresa (o no tan sorpresa, de hecho) que no me sentó tan bien como la de la carretera: un árbol con un basurero a los pies. Cajas de icopor, bolsas plásticas, desechos orgánicos, y en resumen casi todo lo que una persona del común puede llamar basura. Es cierto que no estabamos tratando con literatos o pintores, pero es indignante que la belleza de semejante sitio (porque es lindo el condenado, después de todo) se vea opacada por los actos de sus bañantes. Más indignante aún es que no hayan canecas de la basura. Pero bueno.

En el pozo había abundantes peces, aunque ninguno de un tamaño apetitoso.  Al final de la jornada el señor paisa nos regaló unas tres libras de carne asada (supongo que sobrantes del matrimonio), con lo que comimos suficiente para el resto del día. Otra vez la amabilidad del colombiano se hace presente. De vuelta, pasamos donde unos familiares a cantar villancicos y comer buñuelo, todo muy normal. Acabo ese post reflexionando otra vez acerca de la amabilidad del colombiano, y cuestionandome sobre los logros del actual gobierno… peligrosa reflexión.